Esta escultura encierra el rostro de Kalix en un marco que recuerda tanto a un relicario como a un dispositivo tecnológico ancestral. La figura, con expresión solemne y ojos penetrantes, está rodeada de formas geométricas y elementos mecánicos que refuerzan su carácter enigmático.

Los colores azulados y oxidados evocan la pátina del tiempo, sugiriendo una pieza que ha sobrevivido a épocas olvidadas. Tomás Barceló combina aquí lo sagrado y lo artificial, creando una imagen icónica y ambigua que parece contener un secreto aún por descifrar.

Escultura modelada en arcilla, escayola tallada y objetos reutilizados. Reproducida en resina con nuevos detalles ensamblando objetos reutilizados y masilla epoxi . Pintada con goma laca, pintura de tiza, acrílicos y barniz.

15 x 6 x 15 cm | 6 x 2,5 x 6 in